RUMBO AL PERÚ

La semana que pasamos en Basida, ha sido una de las experiencias más fuertes, duras y apasionantes de mi vida. No sólo respecto al trato con los demás sino también en una lucha interior personal por superarme día a día e intentar responder a las necesidades que Dios me pedía.

 

Creemos que lo que vemos en la televisión y en nuestro alrededor, son todas las realidades que existen en el mundo, y no vemos que hay más que nos tocan el corazón y nos remueven por dentro.

No sé si esta es una reflexión que debería hacerse todo el mundo, pero por lo menos yo me la tuve que hacer: Llegué a una casa y sentí rechazo y ganas de marcharme. No es una experiencia que se sienta todos los días, y fue ésta, la que me hizo espabilar.

¿Te crees superior a los demás? ¿Eres mejor que ellos? ¿Te dan asco?

 

Todas estas preguntas me surgían en la conciencia, y estaba claro de dónde venían. Allí, yo sentí que Dios me pedía mis brazos para los que no podían comer, ni ducharse, ni ir al baño, mis piernas para los que no podían andar, ni correr, ni cuidar la huerta,...

No fue una tarea fácil. Supongo que tuvieron compasión de mí y me fueron mandando tareas sencillas que era capaz de hacer y me encontraba a gusto con ellas. Esos mismos días, la convivencia del grupo, ya mi familia, fue sencilla. Seguíamos un horario y nos empezábamos a conocer. Pero poco a poco se me fue exigiendo más. Ahora tocaba tratar con ellos, personas extrañas con problemas y una vida a sus espaldas nada agradable, por lo menos eso pensaba al principio.

 

Tengo que reconocerlo, no fue agradable, pero conseguí ofrecérselo al grupo (donde la convivencia ya comenzaba a pedir exigencias, puntualidad, atención y buen humor), a los que me rodeaban y a Dios. Y en esa entrega, descubrí a gente sin formación o con ella, personas en lucha, con ganas de vivir o no, artistas, deportistas,... gente como tú y yo que a lo único que aspiran es a querer y  que les quieran; a ser SANTOS, aunque no sepan qué significa eso ni que hay qué hacer para conseguirlo.

 

Noemí García Melgar

Publicado en el blog del grupo Juan Pablo II.