~ PADRE ALFONSO TAPIA ~
UNA VIDA ENTREGADA EN EL PERÚ
Nos cuenta sus últimas experiencias desde Perú…
Estamos en época de vacaciones escolares y época de lluvia. Ahora mismo tengo de música de fondo una persistente lluvia y, como acaba de empezar, huele muy rico. Al estar de vacaciones no hay salidas a las escuelas rurales y tengo aquí a los seminaristas. Dos seminaristas de los más mayores, con dos jóvenes de la parroquia, están una semana de misiones en un pueblo a hora y media de aquí. Mañana iré a por ellos para concluir la misión y traerlos, pero no sé si podré llegar. Por las lluvias se producen aluviones y se corta la carretera. Dios dirá. En el carro llevo siempre botas de goma, poncho de lluvia un machete y un pico pequeño. En invierno, además, un azadón. Me han sacado de bastantes apuros. De todas formas, cuando veo que no se puede, media vuelta. Aquí no existe la grua, ni para lo bueno, ni para lo malo. Gracias a Dios en muchos lugares ya entra el teléfono móvil.
En estos meses también ocurren desgracias. Ayer estuve llevando unos pocos víveres y ropa a seis familias afectadas por el desborde de un pequeño riachuelo. Dos lo han perdido todo, incluida la casa. El resto podrán recuperar la casa y poco más. En esta ocasión, aunque fue a media noche, olieron el barro y salieron corriendo. Otras veces el aluvión se los lleva a ellos. Por supuesto, no hay seguro de vivienda, ni nada que se le parezca. Tecnología y dinero en el Perú, lo hay en la actualidad. ¿Porqué no lo hacen?... La sensación de impotencia es una de nuestras fieles compañeras. Fácilmente puede degenerar en rabia y “renegadera”, siendo muy dañina.
Cambiemos de tercio que se está poniendo muy dramático. Ya sabeís que hemos celebrado el Centenario de la Parroquia. Por supuesto, el centro fue la Santa Misa de Acción de gracias. Además, esa semana organizamos una exposición con fotos antiguas, ornamentos litúrgicos antiguos y vasos sagrados, libros litúrgicos, teológicos y religiosos de los siglos XVIII al XX y plantas de la zona (apoyados por el Club de Plantas del que soy socio). Todo muy interesante, muy curioso y creador de conciencia parroquial. Las personas disfrutaron: “¡mira, esta es mi abuela!”. “¡Oye!, ¡ven!, aquí estoy yo cuando era una mocosa”. “Mira, la hermana Adelaida lavando la ropa en el río” “¿Habías visto esta foto de Mons. Uriarte con barba?”. Y así un largo etc. El broche de oro será el 26 de febrero, dentro de la Semana Vicarial donde nos reunimos de todas las parroquias del Vicariato. En la noche tendremos una solemne Eucaristía de Acción de Gracias y clausura del Año del Centenario, presidida por el Obispo, Mons. Gerardo Zerdin. Después, en el Salón Parroquial, al que estamos intentando cambiar las 320 butacas, una velada cultural y folclórica, con la presentación del libro que hemos hecho sobre la historia de la parroquia, números artísticos, danzas típicas, brindis de honor y bocaditos. Será un alivio clausurarlo. Para mí ha sido muy enriquecedor conocer la historia de mi parroquia, las personas que pasaron por ella dejando lo mejor de sí mismos.
La idea que me gustaría resaltar, es que somos parte de una cadena humana: hoy sembramos lo que otros cosecharon, nadie ha empezado de cero. Igualmente nos toca sembrar, aunque a veces parezca que no vemos el fruto. Otros cosecharán. La Biblia dice: “Los que sembraban con lágrimas, cosecharán entre cantares”. Dios está detrás de todo guiándolo maravillosamente y de una manera tan discreta que no nos damos cuenta. No se hacen más y mejores cosas, porque no lo escuchamos ni nos dejamos llevar por Él. Incluso, muchas veces, estorbamos lo que Él quiere hacer por nuestro capricho y cabezonería. ¡Qué Dios me perdone!
También tenemos una labor importante y complicada que es la asistencia a muchas personas con problemas de salud (algunos muy graves y que requieren tratamientos muy caros) Hay otros casos que apoyamos de manera, más o menos, continua; y muchos de forma esporádica.
Estos meses de enero a marzo son un rosario de gente, porque la economía está muerta, no hay clases, ni cosecha de nada. Así que hacemos lo que podemos. Gracias a Dios, también hay gente aquí que es muy solidaria y comparte desde su pobreza, sea con ropa, víveres o dinero en efectivo. Así se mantiene la parroquia. ¡Qué Dios los bendiga a todos!
Alfonso Tapia.